En 2015, los talibanes pusieron precio a la cabeza de Hassan, un cineasta, que se vio obligado a huir de Afganistán con su esposa y dos hijas pequeñas. Utilizando sus teléfonos con cámara, los fugitivos muestran de primera mano que los refugiados se enfrentan a muchos peligros en la búsqueda de asilo .