Tras la muerte del abuelo Alfre, la casa de los Mata queda dividida en tres: una parte para cada hija, Gloria y Mónica, y una para Pablo. Gloria defenderá lo que cree que le corresponde, pero Pablo, gracias a su nueva condición de propietario, le plantará cara, convirtiendo la convivencia en la casa en una batalla campal. Mónica, resentida con Arturo por haber metido injustamente a su novio Rafa en la cárcel, intenta pagarle con su propia moneda. Para ello contrata a un detective que conseguirá pruebas de los chanchullos ilegales de su cuñado en Armasa, lo que pondrá a Arturo en una situación más que delicada.