La identidad del joven con el tatuaje ha sido determinada… y nada tiene que ver con la muerte de Rosie Larsen. Así, Sarah y Holder dan un giro virtual a este sangriento hecho: lo suponen un caso de venganza, que entre conexión y conexión los llevará al seno de la despiadada mafia polaca, lo cual complicará la investigación hasta límites insospechados.